Gabriella Morreale, renovadora de la Endocrinología experimental en España con una repercusión extraordinaria en el área de la salud pública.
Gabriella Morreale nació en 1930 en Milán, hija del biólogo y diplomático siciliano Eugenio Morreale y de la milanesa Emilia de Castro, también bióloga. Durante su infancia residió en Viena y en Baltimore antes de instalarse con su familia en Málaga a los 11 años. En 1953 contrajo matrimonio con el médico y cirujano español Francisco Escobar del Rey, nacionalizándose española.
Se licenció en Ciencias Químicas y obtuvo el doctorado en 1955 en la Universidad de Granada. Completó su formación en la Universidad de Leiden (Países Bajos), y a su vuelta a España en 1958 se incorporó al CSIC como Colaboradora Científica. Su labor de investigación se desarrolló inicialmente en el Instituto Gregorio Marañón del CIB, en el que fundó la Sección de Estudios Tiroideos, posteriormente Instituto de Endocrinología Experimental y Metabolismo. A consecuencia de una explosión de gas que afectó al CIB, en 1976 se trasladó con su grupo a locales de la Facultad de Medicina de la UAM. La presencia en la misma de otro grupo originado en el CSIC, el liderado por Alberto Sols al frente del Instituto de Enzimología, propició la creación del Instituto de Investigaciones Biomédicas mediante la fusión de los grupos de enzimología y endocrinología, formalizada en 1984. Precisamente el apellido “Biomédicas” reconoce la investigación de la Dra. Morreale y su grupo.
Gabriella Morreale desempeñó un destacadísimo papel en el desarrollo de la endocrinología experimental en España. Sus investigaciones de carácter básico establecieron las bases para entender el metabolismo de las hormonas tiroideas en la salud y en la enfermedad.
El impacto social de la labor desarrollada por Gabriella Morreale a lo largo de toda su vida en cuanto a aportaciones en el área de Salud Pública es enorme. Por un lado, demostró que el bocio endémico en algunas regiones de España era debido a la deficiencia de yodo, y jugó un papel fundamental en su erradicación mediante la introducción de la sal yodada en el mercado. Por otro lado, tras demostrar el papel esencial de las hormonas tiroideas de origen materno en el desarrollo cerebral fetal durante la gestación, introdujo en los años 70 del siglo XX el ensayo de detección precoz del hipotiroidismo congénito, y por tanto de la consecuente deficiencia mental irreversible asociada a esta enfermedad, mediante la valoración de hormonas en sangre del talón del recién nacido basado en una metodología desarrollada en su laboratorio. La prueba del talón se generalizó posteriormente en todo el mundo bajo el impulso de UNICEF, y en 1990 la OMS recomienda la toma de suplementos de yodo a las mujeres embarazadas.
Durante toda su trayectoria científica formó a investigadores que han sido posteriormente reconocidos internacionalmente como líderes en el campo de las hormonas tiroideas. Tras su jubilación obligatoria en 1995, prosiguió trabajando incansablemente como Doctora vinculada ad honorem hasta 2010. Falleció en Madrid en 2017.